Estiu
Estiu, ja me'n vaig. I em fan pena
les manetes submises de les teves tardes.
Arribes devotament; arribes vell;
i ja no trobaràs en la meva ànima a ningú.
Estiu! I passaràs pels meus balcons
amb gran rosari d’ametistes i ors,
com un bisbe trist que arribés
de lluny a buscar i beneir
els trencats anells d'uns morts nuvis.
Estiu, ja me'n vaig. Allà, al setembre
tinc una rosa que t’encarrego molt;
la regaràs d'aigua beneïda tots
els dies de pecat i de sepulcre.
Si a força de plorar el mausoleu,
amb llum de fe el seu marbre aleteja,
aixeca en alt la teva absolta, i demana
a Déu que segueixi per sempre morta.
Tot ha de ser ja tard;
i tu no trobaràs en la meva ànima a ningú.
Ja no ploris, Estiu! En aquell solc
mor una rosa que reneix molt...
César Vallejo
(Santiago de Chuco, Perú, 1892 - París, 1938)
Verano
"Estiu"
Ovidio Murguía de Castro
(Lestrove, Dodro, 1871 - ?, 1900)
Traducció al català de: Maria Rosa G. Zellweger
Estiu / CC BY-NC-ND 3.0
del poema original:
Verano
Verano, ya me voy. Y me dan pena
las manitas sumisas de tus tardes.
Llegas devotamente; llegas viejo;
y ya no encontrarás en mi alma a nadie.
¡Verano! Y pasarás por mis balcones
con gran rosario de amatistas y oros,
como un obispo triste que llegara
de lejos a buscar y bendecir
los rotos aros de unos muertos novios.
Verano, ya me voy. Allá, en setiembre
tengo una rosa que te encargo mucho;
la regarás de agua bendita todos
los días de pecado y de sepulcro.
Si a fuerza de llorar el mausoleo,
con luz de fe su mármol aletea,
levanta en alto tu responso, y pide
a Dios que siga para siempre muerta.
Todo ha de ser ya tarde;
y tú no encontrarás en mi alma a nadie.
Ya no llores, Verano! En aquel surco
muere una rosa que renace mucho...
Verano, ya me voy. Y me dan pena
las manitas sumisas de tus tardes.
Llegas devotamente; llegas viejo;
y ya no encontrarás en mi alma a nadie.
¡Verano! Y pasarás por mis balcones
con gran rosario de amatistas y oros,
como un obispo triste que llegara
de lejos a buscar y bendecir
los rotos aros de unos muertos novios.
Verano, ya me voy. Allá, en setiembre
tengo una rosa que te encargo mucho;
la regarás de agua bendita todos
los días de pecado y de sepulcro.
Si a fuerza de llorar el mausoleo,
con luz de fe su mármol aletea,
levanta en alto tu responso, y pide
a Dios que siga para siempre muerta.
Todo ha de ser ya tarde;
y tú no encontrarás en mi alma a nadie.
Ya no llores, Verano! En aquel surco
muere una rosa que renace mucho...
Referència:
Vallejo, César. Estiu. Traducció: G. Zellweger, Maria Rosa. Lo Càntich. N.3. Estiu, 2010. Juliol, 2010.
Disponible en: http://cantich.blogspot.com/2010/07/lo-cantich-numero-3-estiu-2010.html
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Gràcies, Maria Rosa, per la magnífica traducció.
Pere.
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